En aquel tiempo, Juan le dijo a Jesús: "Hemos visto a uno que expulsaba a los demonios en tu nombre, y como no es de los nuestros, se lo prohibimos". Pero Jesús le respondió: "No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está contra nosotros, está a nuestro favor".
Palabra del Señor

Meditación
En este Evangelio, Jesús nos invita a tener cuidado para no usurpar un lugar que no nos corresponde: el de JUEZ. Naturalmente tendemos a pensar que aquellos que no comparten nuestras opiniones o nuestras formas de actuar están equivocados, pero Él nos recuerda gentilmente que esto no es verdad.
Mientras nosotros nos detenemos a observar lo externo y, especialmente, los errores de los demás, la mirada de Cristo penetra hasta lo más profundo del corazón: las intenciones, los deseos, las pasiones. Ante Él todo se muestra claro y como es, sin dejar de lado los errores, ni las limitaciones. Por eso, es Él y sólo Él quien puede realmente juzgar a los demás.
Sin embargo, la petición de Jesús no se detiene allí. No basta con abstenernos de formular juicios sin fundamento alguno, sino que nos invita a pensar bien de los demás; y aunque no es siempre fácil, ante los ojos de Dios tiene más mérito. Por eso, Cristo nos pone metas altas, "amad a vuestros enemigos", y nos advierte que con la medida con que midamos seremos medidos. Esta advertencia la hace con la confianza absoluta de que sabremos responder con amor a Aquel que por amor murió en la cruz.
Amén
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