En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas”.
*Palabra del Señor.

*
Meditación

«¡Abba!» Padre, Papito, escúchame. Ve a esta pobre alma que se acerca a ti en el silencio de su corazón. Ve a esta pobre alma que se acerca sin saber qué decir. Que la boca se queda pegada al paladar y sólo puede decir «Abba».
Sin duda que tener un Padre al lado en cada momento de la vida es reconfortante. El saber que hay una mano amiga que sostiene y da seguridad. El saber que hay alguien en quien me puedo apoyar cuando la fuerza flaquea, Alguien que nunca me deja solo, que está en las buenas y en las malas.
Y sin embargo, qué abandonado estás Padre. A veces me ves e intentas decirme algo. Pero yo paso de largo. Voy a lo mío. Y te quedas con la boca abierta intentando decir algo porque ni te di la palabra, ni te miré,