En aquel tiempo, Jesús exclamó: «¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Palabra del Señor.

Meditación
Jesús, enséñanos esa bondad y esa misericordia de corazón que tu Padre Eterno reserva y preserva para las almas sencillas que saben abrir humildemente su corazón y su mente a tu Palabra.
Madre de la Misericordia, enséñanos a salir de nuestro egoísmo. Tú, que al pie de la cruz no pensaste en tu dolor, ya estabas pensando en todos tus hijos que te habían sido encomendados por tu divino hijo, Jesús.
Amén
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