jueves, 12 de mayo de 2022

Del santo Evangelio según san Juan 13, 16-20

 Jueves IV de Pascua

En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo: «Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos.
No lo digo por todos ustedes, porque Yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo soy.
Yo les aseguro: el que recibe al que Yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado».
*Palabra del Señor.
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Meditación
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Termina la cena y alguien tiene que levantarse a lavar los platos. Esto es lo ordinario en casa. Pero Cristo va más allá: se levanta, se quita el manto –signo de su dignidad– pero no lava platos: lava pies… Toma el puesto del sirviente. Quiere llegar al fondo de la humildad.
«Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.» (Mt 11, 29) Tú, Jesús, me enseñas con tu ejemplo. Así puedo conocer lo que de verdad hace dichoso. Porque sólo es dichoso el que se entrega sin reservas, el que ama hasta dar la vida, el que vive para servir. Alguien tenía que redimir al ser humano y Tú has tomado este puesto. Alguien tenía que expiar el pecado del mundo y Tú has aceptado la cruz.
Me has escogido, Señor, para enseñar esto a los demás con mis palabras y mis obras. Desde el momento del bautismo soy un enviado, para que otros puedan descubrir tu amor y tu entrega. Actúa en mí este día. Entra en mi corazón y ayúdame a manifestar la Buena Noticia. Tal vez se me presenten oportunidades sencillas, pero cada gesto de amor sincero lleva tu imagen. Por eso te pido que me acompañes hoy, Señor, para que allá donde me envíes los demás puedan recibirte.
Amén

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