viernes, 18 de noviembre de 2022

Del santo Evangelio según san Lucas 19, 45-48

 Viernes 18 de noviembre

Aquel día, Jesús entró en el templo y comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban allí, diciéndoles: «Está escrito: Mi casa es casa de oración; pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”.
Jesús enseñaba todos los días en el templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los jefes del pueblo, intentaban matarlo, pero no encontraban cómo hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de sus palabras.
Palabra del Señor
Meditación
Me parece que puede ayudar pensar en la siguiente escena: un ser querido se encuentra grave de salud, un ser querido al que, además, todos le tienen profunda estima. Yo también. Se encuentra en delicado estado, quizá en agonía, y quiero visitarlo. Tan sólo en dirigirme hacia su casa, me parece introducirme lentamente en un silencio de respeto, de profunda reverencia. Luego, llegar ante la puerta, mirarla con reserva, tocar, cada gesto que realizo me transporta ligeramente en el ambiente sobrio, donde lo más preciso es callar, acompañar, simplemente estar.
Apenas paso la entrada, formo parte de quienes quieren de verdad estar y confortar a la familia, permanecer al lado de su ser querido, sin importar el tiempo, conscientes del profundo peso de ese instante. Todo sigilo y respeto viene motivado por un amor profundo, y todo es incluso natural.
Ese día no importa quedarse «demasiado» tiempo ahí. Ese día importa, al contrario, justamente el estar ahí. Y si fuesen tan solo unos segundos los que pudiese pasar junto al enfermo, de cualquier manera valdría todo la pena. A fin de cuentas, mi único deseo era poder acompañar.
Pues bien. La escena probablemente es real. Y además puede compararse a la reverencia que Jesús sentía cada vez que visitaba la casa de su Padre.
Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario