sábado, 30 de junio de 2018

Evangelio del día Sábado, 30 de Junio de 2018, Al entrar en Cafarnaún...

Lm 2,2.10-14.18-19
Mt 8,5-17
Evangelio:
"Al entrar en Cafarnaún, un centurión romano se le acercó para hacerle un ruego. Le dijo: “Señor, mi asistente está en casa enfermo, paralítico, sufriendo terribles dolores”. Jesús le respondió: “Iré a sanarlo”. “Señor -le contestó el centurión-, yo no merezco que entres en mi casa. Basta que des la orden y mi asistente quedará sanado. Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores, y a la vez tengo soldados bajo mi mando. Cuando a uno de ellos le digo que vaya, va; cuando a otro le digo que venga, viene; y cuando ordeno a mi criado que haga algo, lo hace”. Al oír esto, Jesús se quedó admirado y dijo a los que le seguían: “Os aseguro que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe como este hombre. Y os digo que muchos vendrán de oriente y de occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, los que deberían estar en el reino serán arrojados a la oscuridad de fuera. Allí llorarán y les rechinarán los dientes”. Luego Jesús dijo al centurión: “Vete a tu casa y que se haga tal como has creído”. En aquel mismo momento, el criado quedó sanado. Jesús fue a casa de Pedro, donde encontró a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó Jesús la mano y la fiebre desapareció. Luego se levantó y se puso a atenderlos. Al anochecer llevaron a Jesús muchas personas endemoniadas. Con una sola palabra expulsó a los espíritus malos, y también curó a todos los enfermos. Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta Isaías: “Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades”."
*Palabras del Señor*
Comentario:
Aquí se destaca la actitud del centurión romano, que es pura confianza. Él está seguro de que Jesús solamente necesita decir una palabra para que se cumpla su voluntad. Jesús se admira ante la fe del centurión. Un pagano que no tenía formación religiosa, que no conocía las santas Escrituras, es capaz de suplicarle con profunda y sincera humildad. Jesús se asombra por la docilidad de ese corazón que no duda, que se entrega abierto y totalmente confiado. ¡Qué bueno es tener un Señor que ama a la gente, que mira con ternura, que valora, que elogia! Él, que es el Santo, se admira de nosotros. Además, al final de este texto leemos una bella descripción de la actividad de Jesús: “Él tomó nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades”. Se hizo cargo de todas nuestras maldades...

Gracias Señor, por ser nuestro Salvador👏🏻👍🏻
feliz sábado fantástico

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