jueves, 6 de enero de 2022

Del santo Evangelio según san Lucas 4, 14-22

 Jueves 6 de enero.

En aquel tiempo, con la fuerza del Espíritu, Jesús volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región.
Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito:
El espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: «Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír».
Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios.
*Palabra del Señor.
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Meditación
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Todos tenemos ese alguien que el solo hecho de verlo nos causa gran alegría, esa persona que nos hace sentir en casa cada vez que estamos con él o ella; cuando la escuchamos, algo palpita en nosotros a mil por hora.
Jesús se nos presenta como una de estas personas. Por el hecho de existir, nos causa gran alegría y nos da una razón para vivir más profundamente nuestra libertad. Comunicando su mensaje de salvación, nos ayuda a ver más allá de nuestras miserias terrenas porque no estamos hechos sólo para este mundo sino para algo que trasciende el espacio y el tiempo: la vida eterna. Uno de los puntos centrales de la «Buena Noticia» es la libertad como capacidad del hombre de hacer lo que más le ayude en su vida, buscando siempre su bien más profundo. Esta libertad puede decaer y convertirse en un «haz lo que quieras»; por eso Jesús viene al mundo para redimir nuestra libertad y mostrar cómo vivir de acuerdo a quienes somos, hijos amados del Padre.
Jesús es esa Persona especial que el Padre ha ungido con un aceite que no se acaba, desde toda la eternidad. Este aceite es su amor. Dios Padre también nos unge con este aceite especial y nos da la gracia de compartirlo con los demás para que puedan ver quiénes somos en lo más profundo de nuestro ser.
Dios nos ama
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y de esta certeza surgen los frutos de curación, escucha atenta, adoración. Sólo debemos dejarnos penetrar por el amor de Dios.
Feliz jueves Eucarístico

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