lunes, 3 de enero de 2022

Del santo Evangelio según san Mateo 4, 12-17.23-25


 Lunes 3 de enero...

Al enterarse Jesús de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea, y dejando el pueblo de Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí, para que así se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
Tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que yacía en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, diciendo: «Conviértanse, porque ya está cerca el Reino de los cielos». Y andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando la buena nueva del Reino de Dios y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia.
Su fama se extendió por toda Siria y le llevaban a todos los aquejados por diversas enfermedades y dolencias, a los poseídos, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes muchedumbres venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania.
*Palabra del Señor.
❤️
*
Muy estimada criatura mía:
Hoy has escuchado que el pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz.
Eso fue lo que sucedió cuando fui a habitar a los pueblos más allá del Jordán, y es lo mismo que sucede cada vez que me recibes en la Eucaristía; cada vez que ayudas a quien te lo pide o escuchas y socorres a quien lo necesita.
Vio una luz grande, una luz que no se apaga… ¡Esa luz era el brillo de mis ojos por el amor que les tenía a cada uno de ellos! Y es el mismo resplandor que tengo cada vez que te veo.
Quiero infundir ese resplandor en ti, quiero que seas luz para los demás, que quien te vea, sepa descubrir mi amor detrás de tu alegría.
He venido para ser luz en tu camino y en el de tus hermanos. Confía en mí. Abandónate. Deja que sea Yo quien te guíe por en medio de la oscuridad que rodea este mundo. Sé que no eres perfecto y que todavía hay muchas sombras en tu interior, pero créeme, si tú me dejas, sacaré a relucir la luz que he puesto en ti, pues allí donde existen las sombras, es porque existe alguna luz.
Toma mi mano y déjame caminar contigo por los senderos de tu vida.
Atte. Jesús

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