miércoles, 2 de agosto de 2023

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 44-46

 
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra».

Palabra del Señor

Meditación
Señor Jesús:
Hace poco que he meditado en este pasaje y de nuevo me lo presentas en la liturgia porque tu palabra siempre nos habla y puede decirnos cosas nuevas.
Me puedo detener esta vez a considerar el hecho de que la persona que encuentra el tesoro en el campo lo vuelve a esconder. Es extraño hacer esto, pues te arriesgas al peligro de que otro lo encuentre y se lo lleve. ¿No era más sencillo sacar el tesoro, llevárselo y luego comprar el campo?
Es que quieres hablarme de la importancia de la renuncia. Tú no quieres ser en mi vida un tesoro más de los que tengo. Tú quieres ser mi único tesoro. Hablas de volver a esconder porque poseerte implica todo un camino de trabajo, de esfuerzos y de luchas. No es fácil vender todo si no se ha encontrado el tesoro que abarque más que todo lo que tengo. Es necesario descubrirte, contemplar tu valor y ello me dará las fuerzas para renunciar a lo que sea, por ti.
Podría también pensar que ese campo es el cielo. Ese lugar que está esperándome y que me has ido a preparar. A lo mejor ya te he encontrado en mi vida y he contemplado tu belleza, tu riqueza, tu inmenso valor; pero sólo hasta que obtenga ese campo podré disfrutarte. Una cosa es ver la persona amada sólo en las fotos, en una video llamada o recibir sus cartas y regalos; otra muy distinta es estar junto a ella, tocarle, darle un abrazo, un beso, recibir una caricia. Eso es lo que me espera en el cielo. Pero, mientras tanto, ya que he vislumbrado el precio de este tesoro, de este campo, debo poner todo de mí para obtenerlo.
En este mismo ámbito de la renuncia veo al comerciante de perlas. Es obvio que habría de tener en su posesión muchas perlas. Ellas eran la materia prima de su trabajo. Pero al encontrar la perla más valiosa que había visto, vende todas las perlas, vende el negocio, vende las demás sucursales y compra la perla. Renuncia. No hace un préstamo o hipotecas para comprar la perla fina y conservar las demás. Vende todo cuanto tiene.
Ayúdame, Señor, a descubrir el gran valor que tienes en mi vida. O por lo menos a desear que seas Tú el único tesoro, la única perla por la que valga la pena toda renuncia, todo sacrificio. Sé que no es fácil una vez encontrado el tesoro vender todo para alcanzarlo, pero sé que con tu gracia todo lo puedo. Señor, que Tú seas mi tesoro, que Tú seas mi única perla.
Amén

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