viernes, 12 de enero de 2024

Del santo Evangelio según san Marcos 2, 1-12


Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te quedan perdonados”. Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”. Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: “¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados' o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralítico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”. El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!”.
Palabra del Señor.
❤️
Meditación
Como hermanos en la fe, podemos llevar a los que, heridos por el egoísmo, están a nuestro lado muchas veces sin esperanza. Es nuestro deber de católicos buscar una camilla, tomar uno de los extremos y llevar a este herido con un espíritu de equipo, y más aún, de familia junto a los que siente esta misma responsabilidad.
Encontramos ocasiones en que no somos responsables de las heridas y lesiones que provocan la discapacidad. Pero siempre podemos tener la urgencia de sanar las heridas que impiden hacer un acercamiento a Cristo. Él es el único que vuelve a dar una vida llena de esperanza.
Cristo se digna sanar a estas personas por nuestra fe. Éste es el poder de la intercesión. Hemos recibido la luz, viendo lo que muchos no ven y oyendo lo que algunos otros no oyen. Demos a conocer a este Dios amoroso que da esperanza sin importar los ánimos, los peligros, los vientos a favor y en contra.
Si tenemos fe es para iluminar el camino que lleva a Cristo, si tenemos esperanza es para compartirla en la desesperación, si tenemos amor es para darnos dando al que llevamos dentro.
Somos responsables porque creemos. Precisamente es por esto que debemos ayudar a creer tomando las camillas de los paralíticos en la fe. No importará si es difícil llegar a un Cristo rodeado por personas que forman murallas de problemas. El amor es ingenioso y todo lo puede. Es todo un reto, pero, a fin de cuentas, es lo que Dios quiere: que le llevemos a él a los demás.
Amén

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