sábado, 17 de febrero de 2024

Del santo Evangelio según San Lucas 5, 27-32

 

En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: "Sígueme". Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos diciéndoles: "¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?" Jesús les respondió: "No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan".

Palabra del Señor.
❤️
Meditación
Muchos hablan del "amor a primera vista", y creo que ese amor sí existe, pero si se cultiva, es decir, si no echa raíces no llegará a su plenitud. En varios pasajes del Evangelio vemos claro ese amor a primera vista, y éste es uno de ellos.
En primer lugar, para que se dé este amor, es necesario mirarse. Pero no es mirar sólo lo externo, lo físico, sino el corazón. Cristo nunca se deja llevar por las apariencias, lo que Él ve es nuestro corazón. Por eso este amor se da más fuerte y firme sólo con Cristo. Con este intercambio de miradas Leví tuvo la experiencia del amor de Dios en su vida. Conoció a Cristo y decidió dejar todo por seguirlo. La pregunta que me hago y en la que me gustaría detenerme es, ¿qué fue lo que Jesús vio en Leví?, pues no era bien visto por todos por ser recaudador de impuestos, trabajaba para los romanos.
Lo que Jesús ve es el corazón de Leví, su corazón deseoso de amar y de ser amado. Jesús sabe que su corazón está vacío y debe de ser llenado por su amor. Este evangelio nos debe de llenar de esperanza. Jesús me llama a seguirle, independientemente de cómo soy, qué he hecho y qué no he hecho. Él me llama porque me ama, así como soy, y me tiene preparada una misión para mi vida que me llevará a la verdadera plenitud, a la felicidad.
Amén

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