martes, 2 de mayo de 2023

Del santo Evangelio según san Juan 10, 22-30

 Martes 2 de mayo

Por aquellos días, se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo. Era invierno. Jesús se paseaba por el templo, bajo el pórtico de Salomón. Entonces lo rodearon los judíos y le preguntaron: “¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si Tú eres el Mesías, dínoslo claramente”. Jesús les respondió: “Ya se los he dicho y no me creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz; Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. El Padre y Yo somos uno”.
Palabra del Señor.
Medita
Son tres las características que pones a las ovejas que son de tu rebaño. La primera es que ellas escuchan tu voz, la segunda es que Tú las conoces, la tercera es que ellas te siguen. Hoy quisiera preguntarme delante de ti si soy, según estas características, oveja de tu rebaño. Yo quiero, Señor, ser una de tus ovejas. Ésa de la que te preocupas, la cuidas, la alimentas, la proteges. Dame la gracia de ser oveja de tu redil y jamás salirme de allí.
¿Sé escucharte en mi vida? Obviamente que no me hablas con una voz física, con apariciones espectaculares, o grandes visiones. No. Tú generalmente hablas de otra manera. Pero siempre hablas. Tal vez, soy yo quien no te escucha. Tú me hablas a través de las Sagradas Escrituras, del sacerdote, de mis padres, de mis superiores. Me puedes hablar también por medio del buen consejo de un amigo, de un bello paisaje de la naturaleza o incluso en aquel suceso que puedo considerar casualidad. Siempre me hablas, sólo necesito escucharte.
Amén

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