viernes, 19 de mayo de 2023

Del santo Evangelio según san Juan 16, 20-23

 Viernes VI de Pascua

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que ustedes llorarán y se entristecerán, mientras el mundo se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría. Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero una vez que ha dado a luz, ya no se acuerda de su angustia, por la alegría de haber traído un hombre al mundo. Así también ahora ustedes están tristes, pero yo los volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá quitarles su alegría. Aquel día no me preguntarán nada”.

Palabra del Señor
Medita
Tu Palabra Señor no es nada ajena ni extraña a mi realidad. Por el contrario, es un mensaje que llega a todos los rincones de mi existencia y los llena de luz. Bien sabes, Jesús, que son muchas las ocasiones en las que experimento la alegría. Pero son también muchas en las que me invade la tristeza. Hoy en tu Palabra me hablas sobre este aspecto de mi vida; aspecto que Tú también experimentaste durante tu paso por este mundo. Quieres que profundice sobre estos dos sentimientos que se me presentan día a día. Me motivas al decirme que mis tristezas presentes no son eternas y luego me prometes una alegría que nadie me podrá quitar.
La tristeza es un sentimiento que se hace presente en mi vida de muchas maneras y por diversos motivos. Es tan humano sentirse triste que Tú mismo lo experimentaste en la última cena, en la despedida con tus apóstoles, en el huerto de Getsemaní, en tu pasión y en otras ocasiones. Desde entonces la tristeza no es la misma, pues me consuela saber que me comprendes, que Tú, Dios mío, la padeciste.
Pero ahora que has resucitado, me hablas de que la tristeza no es la última palabra en mi vida. Me dices que mis tristezas se convertirán en alegría. Dime, Señor, la fórmula que hace capaz este cambio. La fórmula eres Tú. La tristeza no es la misma si la vivo junto a ti, mirándote, escuchándote, compartiéndotela.
Los discípulos estuvieron tristes mientras estuvieron solos, pensando que todo había terminado en una cruz el viernes santo. Pero su tristeza se cambió en alegría cuando te volvieron a ver vivo, cuando te escucharon, te alimentaron y te tocaron. Yo también puedo, con tu gracia, cambiar mi tristeza en alegría si en ella te descubro, te veo, te toco, te amo. Dame, Jesús, esta gracia. Quédate siempre a mi lado, en especial en los momentos de tristeza.
Amén

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