lunes, 18 de marzo de 2024

Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11

 Lunes V de Cuaresma

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?». Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?». Ella contestó: «Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor.
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Meditación
De la muerte a la vida…, de la muerte del pecado a la resurrección de la vida de gracia…. Tú nos buscas, Señor, y nos das la mano para poder salir de la muerte del pecado y devolvernos la dignidad propia de los hijos de Dios.
Quiero ahondar en tu mirada y en tu corazón, Señor, en esos momentos en que unos hombres denuncian a una mujer “sorprendida en adulterio” y quieren apedrearla; quiero contemplar tu mirada dirigida hacia la mujer y hacia sus acusadores.
Los escribas y fariseos te llevaron a esta mujer (a la que seguramente ellos mismos habían lastimado) para ponerte a prueba. Tú prefieres no mirarlos, tú prefieres abrir una puerta al reconocimiento de sus propios pecados, al arrepentimiento, al camino de salvación, a través del perdón de los pecados de esta pobre mujer. Tú nos abres la puerta a todos para que nos arrepintamos…, pero no todos acogemos este perdón.
Señor, tú miraste profundamente a esta mujer, tocando su corazón, y le ofreciste el perdón. Ella acogió esta salvación y recibió una nueva vida. En cambio, los escribas y fariseos no fueron capaces de reconocer sus pecados y huyeron sin el perdón que les daría una nueva vida…. ¡Cuánta tristeza en tu corazón, Señor, pues rechazaron la salvación que les ofrecías!
Dios mío, tú nos ofreces la salvación, pero sólo la aprovecha quien, con un corazón humilde, la acoge y se deja transformar por ella. Señor, quiero abrir mi corazón para que me redimas de mi propio pecado y pueda recibir la salvación que me alcanzaste con tu Pasión, Muerte y Resurrección. Quiero aprovechar estos días de Cuaresma, para encontrarme con tu amor, tu perdón y tu redención.
Amén

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