sábado, 2 de marzo de 2024

Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-3. 11-32

 Sábado II de Cuaresma.

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo. Por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre sí: "Éste recibe a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de la herencia que me toca'. Y él les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastarlo todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a padecer necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera. Se puso entonces a reflexionar y se dijo: '¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aquí, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores' Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: 'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo'. Pero el padre les dijo a sus criados: '¡Pronto!, traigan la túnica más rica y vístansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado'. Y empezó el banquete. El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: 'Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo'. El hermano mayor se enojó y no quería entrar. Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: '¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso sí, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo'. El padre repuso: 'Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado'".
Palabra del Señor.
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Meditación
El Evangelio del día, el hijo pródigo como se le conoce, te invita a que veas al Padre que te pide vuelvas a casa.
Muchas veces en tu vida escuchaste, y tal vez aún sigues escuchando, a tu mamá o papá decirte: ten cuidado, vuelve temprano, etc. Y tu actitud ha sido pensar o decir "que me deje en paz, quiero ser libre para hacer lo que quiero", o "ya tengo familia propia, no me traten como un niño (a), sé lo que hago".O si en los estudios, el trabajo, en una relación afectiva dices: "sé lo que hago"; todos estos pensamientos o actitudes son el mismo comportamiento del hijo que pide su herencia.Es prácticamente decirle a tu papá o mamá "muérete"; como hija (o) no puedes decirle esto pues es imposible pedirle a un padre o madre que te deje de amar, aunque tengan 90 años no dejarás de ser su niña(o).
Por otro lado, cuántas veces te has dado golpes fuertes en la vida, tan fuertes que te han llevado a pensar que tu vida no tiene sentido, que no vale la pena vivir; tal vez porque te preocupas por el "qué dirán", pues sientes que te juzgan o rechazan, porque tus estudios no son un éxito, porque no tienes trabajo, porque algo anda mal en tu trabajo, porque algún proyecto falló, porque saliste embarazada o embarazaste a una chica, o incluso asesinaste o insististe para que alguien lo hiciera – con el llamado aborto -, etc. En fin, te has caído, ahora es tiempo que te levantes; reconoce que Dios te da las fuerzas para salir adelante, - si eres católica (o) – en este periodo de Cuaresma busca un confesor y reconoce tus fallas como el hijo pródigo. Dios te absuelve de antemano y te espera con los brazos abiertos; si no eres católica (o) reconoce que te has equivocado y que es necesario enderezar tu camino reconociendo tu dignidad de persona.Aunque tú no creas también Dios te espera con los brazos abiertos.
Amén

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