lunes, 1 de abril de 2024

Del santo Evangelio según san Mateo 28, 8-15

 Lunes de la octava de Pascua

Después de escuchar las palabras del ángel, las mujeres se alejaron a toda prisa del sepulcro, y llenas de temor y de gran alegría, corrieron a dar la noticia a los discípulos. Pero de repente Jesús les salió al encuentro y las saludó. Ellas se le acercaron, le abrazaron los pies y lo adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allá me verán".
Mientras las mujeres iban de camino, algunos soldados de la guardia fueron a la ciudad y dieron parte a los sumos sacerdotes de todo lo ocurrido. Estos se reunieron con los ancianos, y juntos acordaron dar una fuerte suma de dinero a los soldados, con estas instrucciones: "Digan: 'Durante la noche, estando nosotros dormidos, llegaron sus discípulos y se robaron el cuerpo'. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos arreglaremos con él y les evitaremos cualquier complicación".
Ellos tomaron dinero y actuaron conforme a las instrucciones recibidas. Esta versión de los soldados se ha ido difundiendo entre los judíos hasta el día de hoy.
Palabra del Señor.
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Meditación
¡Alegraos! Hoy es un día para el gozo profundo y verdadero. Cronológicamente ayer fue domingo de resurrección, pero como dice san Pablo «Si Cristo no hubiera resucitado, vana sería nuestra fe» (1Cor 15,14), por lo tanto, la Iglesia celebra ocho días enteros como si fueran domingo. ¡Hoy es el día en que actuó el Señor!
Cristo resucitado hoy nos quiere decir, como a las mujeres que fueron al sepulcro, ¡no tengan miedo! Si en esta Semana Santa tuvimos una experiencia más cercana con el Señor y algo concreto nos está pidiendo para nuestra vida, ¿qué esperamos?
Si durante estos días hemos acompañado a Jesús en oración, en la cruz y en su dolor, ahora es el momento para anunciar las maravillas de lo que hemos contemplado y gritar lo que ha hecho y está haciendo en nuestra vida. Miremos nuestra historia y aprendamos a leerla en clave de cruz y resurrección; las dificultades y alegrías que el Señor nos ha dado son los medios para unirnos a su pasión y a su victoria.
La pascua es el momento para mirar a Jesús que venció con poder al pecado, a la muerte y al tentador. Ya no existe pecado que no pueda ser perdonado, la muerte dejó de ser algo trágico porque Él nos ha dado la esperanza y no existe tentación que no pueda ser derrotada por más fuerte que parezca.
¡Alegraos! Ha llegado el momento de una resurrección a la alegría en nuestra vida personal, y lo mejor es que podemos mantenernos en ella siempre que no perdamos de vista a Cristo resucitado, que viene a nuestra alma en la Eucaristía y se queda con nosotros haciéndose nuestro compañero de viaje hacia el cielo.
Amén

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