jueves, 1 de julio de 2021

Del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8❤️

 Jueves 1 de julio...

En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la otra orilla del lago y llegó a Cafarnaúm, su ciudad.

En esto, trajeron a donde Él estaba a un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados”.

Al oír esto, algunos escribas pensaron: “Este hombre está blasfemando”. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir ‘Se te perdonan tus pecados’, o decir ‘Levántate y anda’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, –le dijo entonces al paralítico–: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.

Él se levantó y se fue a su casa.

Al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.

Palabra del Señor.


Meditación 👍🥰

Es común que, en nuestro día a día, tomemos un ritmo y, en base a él, pasen desapercibidas ciertas circunstancias, ciertas situaciones que para nosotros son normales, pero que para Jesucristo son únicas, son especiales, pues Él las permite para mostrar su amor hacia cada uno de sus hijos.

En el caso del Evangelio que acabamos de contemplar, podemos descubrir un Jesucristo, que, a pesar de vivir esas situaciones ordinarias de la vida, no es ajeno a sus hijos, no es ajeno al dolor, no es indiferente hacia los deseos que llevamos en nuestro corazón. Es así que podemos ver cómo ante un paralítico, se detiene, le mira con amor y le dice, ¡ánimo tus pecados están perdonados!, devolviéndole la paz al corazón.

Lo hermoso de ello es el saber que Jesucristo siempre estará ahí para sanarnos, lo cual podemos ver constantemente en nuestra vida, ya que, al hablar del paralítico, no sólo hablamos de algo físico, sino también de algo espiritual. Muchas veces estamos paralíticos, nos angustiamos y nos entristecemos por las diversas situaciones que vivimos, no nos levantamos, nos quejamos y no queremos continuar. Es ahí cuando hay que recordar las palabras de Jesucristo: «Ánimo» tu fe, te ha salvado y que esa luz ilumine cada uno de los pasos a seguir en la vida.

Feliz jueves Eucarístico

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