jueves, 16 de septiembre de 2021

Del santo Evangelio según san Lucas 7, 36-50

 Jueves 16 de septiembre..

En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús, fue a la casa del fariseo, y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas le bañaba los pies, los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.
Viendo esto el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar: «Si éste hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando: sabría que es una pecadora».
Entonces Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». El fariseo contestó: «Dímelo, maestro». Él le dijo: «Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios y el otro, cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?». Simón le respondió: «Supongo que aquel a quien le perdonó más».
Entonces Jesús le dijo: «Has juzgado bien». Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies. Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama». Luego le dijo a la mujer: «Tus pecados te han quedado perdonados».
Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: «¿Quién es éste que hasta los pecados perdona?». Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado; vete en paz».
*Palabra del Señor.
❤️
*
Meditación
👍❤️
Hoy, Jesús, veo el caso de la pecadora que te lava los pies con sus lágrimas y el fariseo que juzga este gesto. Tus palabras para con el fariseo me parecen duras… y, sin embargo, detrás de esa aparente dureza, se esconde un profundo amor y una ternura incalculables.
Le haces ver a Simón, que esa mujer te ama muchísimo, pero no se lo dices para echarle en cara su actitud, como un juez inmisericorde. No. Le haces ver que Tú perdonas mucho a quien mucho ama, y sabes que, tanto Simón como la pecadora, tienen mucho de qué ser perdonados.
Es una invitación implícita a amarte más, a no tener miedo de abrirte la puertas del corazón de par en par, para dejarte entrar y permitir, así, sanar los corazones. No importa si es la soberbia, la lujuria o el egoísmo. Al final, lo único que cuenta es el amor y la confianza con la que nos acercamos a ti.
Quizá pueda ser difícil de creer, pero amas infinitamente tanto a la pecadora como a Simón. Las puertas de tu perdón no están cerradas para nadie… tampoco para mí. Sabes que muchas veces he tenido caídas y errores humillantes que me han hecho sufrir y que incluso he llegado a habituarme a ellos pensando en que, o no tengo solución, o que no la necesito. ¡Y sin embargo tu amor jamás me ha dejado solo! Me haces ver que si me acerco con confianza a ti, estás dispuesto a perdonarme no mucho o poco, ¡sino TODO!
Gracias, Jesús, por jamás cansarte de perdonarme. Amén.
Feliz jueves Eucarístico

No hay comentarios:

Publicar un comentario