Virgen de las Mercedes
En aquel tiempo, como todos comentaban, admirados, los prodigios que JesĂșs hacĂa, Ă©ste dijo a sus discĂpulos: “Presten mucha atenciĂłn a lo que les voy a decir: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres”.
Pero ellos no entendieron estas palabras, pues un velo les ocultaba su sentido y se las volvĂa incomprensibles. Y tenĂan miedo de preguntarle acerca de este asunto.
Palabra del Señor.
MeditaciĂłn
¿Por quĂ©? Ăsta es una pregunta que muy comĂșnmente nos viene a la mente ante aquello que no entendemos; ante aquello que nos gustarĂa ver mĂĄs claro o que simplemente nos da curiosidad saber. Buscamos respuesta y si no la encontramos, dependiendo la importancia de la situaciĂłn, la podemos dejar de lado.
Sin embargo, cuando nos encontramos ante situaciones en donde se tocan aspectos profundos del corazĂłn, aspectos importantes de la vida, esta pregunta suele brotar con mucha fuerza; a veces acompañada de palabras, otras de lĂĄgrimas, enojo, o de una simple mirada hacia arriba. AquĂ no se trata de una simple curiosidad o algo que podrĂamos dejar de lado. Necesitamos una respuesta.
JesĂșs revelĂł a sus apĂłstoles algo que ellos no querĂan escuchar, algo que no entendĂan… les daba miedo preguntar. Era algo que los sobrepasaba, no era justo que sucediera. La obscuridad del mensaje les hizo perder de vista QuiĂ©n lo estaba diciendo. Permitieron que el “por quĂ©” fuera mĂĄs importante que el “para quĂ©”; que la duda fuera mĂĄs importante que el sentido.
A veces, el tratar de entender olvidando quiĂ©n es JesĂșs puede causar mucho miedo, puede incrementar el dolor… se torna todo obscuro.
No podemos olvidar que JesĂșs es AquĂ©l que por amor a mĂ, se encarnĂł; que por amor a mĂ, muriĂł; que por amor a mĂ resucitĂł.
¿Por quĂ©?… Es una pregunta que solamente puede ser respondida cuando se hace un salto en la fe; cuando se vive sabiendo quiĂ©n es JesĂșs.
Feliz sĂĄbado
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