miércoles, 4 de septiembre de 2019

Evangelio de hoy Miércoles 4 de Septiembre de 2019

Vigésima segunda Semana del Tiempo Ordinario
Primera Lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 1, 1-8
Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Timoteo, nuestro hermano, les deseamos la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, a ustedes, los hermanos santos fieles en Cristo, que viven en Colosas.
En todo momento damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, y oramos por ustedes, pues hemos tenido noticia de su fe en Jesucristo y del amor que tienen a todos los hermanos. A esto los anima la esperanza de lo que Dios les tiene reservado en el cielo. De esta esperanza oyeron hablar cuando se les predicó el Evangelio de la verdad, que está dando fruto creciente en todo el mundo, igual que entre ustedes, desde el día en que lo escucharon y tuvieron conocimiento verdadero del don gratuito de Dios. Así lo aprendieron de Epafras, que ha trabajado con ustedes y que es un fiel servidor de Jesucristo; él fue quien nos informó acerca del amor que el Espíritu Santo ha encendido en ustedes.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor
Salmo

Del salmo 51
R/. Confío para siempre en el amor de Dios.
Como verde olivo
en la casa del Señor,
confío para siempre
en el amor de Dios. R/.

Siempre te daré gracias, Señor, 
por lo que has hecho conmigo. 
Delante de tus fieles proclamaré 
todo lo bueno que eres. R/.

Aclamación (Lc 4, 18)
Aleluya, Aleluya
El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y Proclamar la liberación a los cautivos.
Aleluya, Aleluya
Evangelio
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 4, 38-44
En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles.
Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: "¡Tú eres el Hijo de Dios!" Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías.
Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: "También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado". Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús
Oración:
Señor Jesús.
Tú, que por el amor que le tienes al mundo diste tu vida por nuestra salvación. Hoy acudimos a tu protección e imploramos tu asistencia y auxilio en estos momentos de angustia para el mundo entero.
Te pedimos ilumines a los gobernantes para que sus decisiones contribuyan a un mundo de paz y bienestar para todos los pueblos y naciones.
Que todos los hombres, con nuestro esfuerzo y trabajo conformemos una sociedad justa y tengamos la capacidad para ayudar a las personas más desfavorecidas.
También te pedimos por todos los sacerdotes, para que reaviven el Don recibido y sean fervorosos proclamadores de la Buena Nueva, y auténticos imitadores de Cristo nuestro Señor.
Te lo pedimos por tu infinita Misericordia y por tu preciosísima Sangre que derramaste por nosotros y por el mundo entero:
"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, 
la Sangre, el Alma y la Divinidad 
de Tu Amadísimo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo,
para el perdón de nuestros 
pecados y los del mundo entero."

"Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero."

Amén.
Reflexión:
Estamos situados al inicio de la actividad pública de Jesús. Nos encontramos en Cafernaúm, región de Galilea. Y nos narra San Lucas como la gente le llevaba a Jesús a los enfermos, y que al imponerles las manos y sanarlos, de muchos de ellos salían demonios.
El inicio de la vida pública de Jesús enmarca lo que es la misión de la Iglesia. Una Iglesia misionera. Una Iglesia que debe ir por los alejados. Una Iglesia que no puede quedarse dentro de los Templos esperando a que la gente llegue. Nos dice San Lucas que cuando la gente encontró a Jesús lo quiso retener, y Jesús les dijo: “También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”.
¿Hoy en día cómo puede ser misionera la Iglesia? Primero tenemos que situarnos correctamente en lo que es Iglesia. Iglesia somos todos los bautizados. Por lo tanto, tú y yo somos Iglesia. No solamente los sacerdotes, ellos conforman la jerarquía, pero todos los laicos también somos Iglesia, y por lo tanto, y de acuerdo a nuestros deberes bautismales obligados a evangelizar.
¿Pero como voy a evangelizar? Con nuestro testimonio de vida, siendo imitadores de las virtudes de Cristo, enseñándoles a amar a su prójimo, a ser generosos con los demás. ¿Cuando? Siempre. Nunca sabemos cuando las personas necesitan una palabra de aliento, un gesto de sentirse escuchadas o simplemente una sonrisa amable. ¿Dónde? En todos lados. En la familia, en el trabajo, con los vecinos o círculos sociales. Donde estemos hay gente en la que nosotros podemos ser los que determinen que ellos emprendan un camino diferente, el camino de la salvación.
Jesús no sólo los sanaba física, sino también espiritualmente. Y al referirnos a la salud de la persona es importante entender que debemos estar sanos tanto de cuerpo como de espíritu. Un cuerpo sano, con un espíritu enfermos sirve de poco. Sirve solo para las realidades temporales, Sin embargo fuimos creados para trascender en la eternidad, y para eso necesitamos un espíritu saludable.
Si bien es cierto que nosotros los laicos no podemos sanar el espíritu de los demás (perdonarles los pecados), si podemos acercarlos a los sacerdotes para que ellos si los reconcilien con Dios. Así como hay personas con parálisis y no pueden caminar, también hay personas que tienen parálisis espiritual, y a ellos hay que llevarlos nosotros, al encuentro con Dios. Puede ser a través de un retiro o bien motivarlo a que se integre a algún grupo de formación.
La gente de hoy invierte mucho dinero en su salud corporal. Pero muy poco (o nada) en su salud espiritual. Y el origen de esto es porque ignoran que tiene un espíritu, el cual también debe ser cuidado. El reflejo de toda esta enfermedad espiritual lo vemos en el mundo carente de valores que estamos viviendo.
Mientras no nos acerquemos a la fuente de la vida seguiremos enfermos. Mientras queramos seguir viviendo sin hacer partícipes a Dios en nuestras vidas seguiremos con un mundo enfermo. Cada quien tiene el poder de decidir. Sin embargo para decidir es importante saber que la salud espiritual es la que nos dará la vida eterna.
Nosotros podemos ayudar a sanar espiritualmente al mundo si cumplimos nuestro deber bautismal. Todos somos Iglesia.
Que tengan un día lleno de bendiciones.

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