lunes, 28 de mayo de 2018

Evangelio del día Lunes, 28 de Mayo de 2018


1Pe 1,3-9
Mc 10,17-27
Evangelio:
"Cuando Jesús iba a seguir su viaje, llegó un hombre corriendo, se puso de rodillas delante de él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”. Jesús le contestó: “¿Por qué me llamas bueno? Bueno solamente hay uno: Dios. Ya sabes los mandamientos: ‘No mates, no cometas adulterio, no robes, no mientas en perjuicio de nadie ni engañes, y honra a tu padre y a tu madre’“. El hombre le dijo: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde joven”. Jesús le miró con afecto y le contestó: “Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riquezas en el cielo. Luego, ven y sígueme”. El hombre se afligió al oír esto; se fue triste, porque era muy rico. Jesús entonces miró alrededor y dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!”. Estas palabras dejaron asombrados a los discípulos, pero Jesús volvió a decirles: “Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios”. Al oírlo, se asombraron aún más, y se preguntaban unos a otros: “¿Y quién podrá salvarse?”. Jesús los miró y les contestó: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para él no hay nada imposible”."

*Palabras del Señor
Comentario:

Prestemos atención a la pregunta: “¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?”. Hoy casi no nos preguntamos eso, salvo que tengamos una enfermedad grave. La vida nos arrastra con sus ofertas de bienestar y con los problemas cotidianos. Ya no nos planteamos el sentido último de nuestra existencia. Dos mil años atrás sí se hacían esa pregunta, porque la muerte llegaba muy temprano y se percibía mejor la precariedad de esta vida. Sin embargo, la adoración de las riquezas también estaba, y podía más que el amor a la vida eterna. Esto nos lleva a preguntarnos de qué manera nos relacionamos con las cosas de este mundo: ¿con un corazón libre y desprendido, que no deja de preguntarse por el sentido de la vida? ¿O con un corazón atado, esclavizado y adormecido?
*Oración
Señor, quiero vivir con los pies clavados en la tierra pero con el corazón anclado en el cielo...Amén

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