La paz que Jesús nos deja, es la paz verdadera que anhelamos los cristianos, fruto de la unidad, del amor, del esfuerzo cotidiano y sobre todo de la Fe que el Señor sembró en nuestro corazón. Manteniendo estas virtudes y más aún, manteniéndonos unidos a Dios; el mal, el príncipe del mundo no tendrá cabida en nuestro corazón, porque en nuestro ser habita el bien, en él Dios hizo su morada para vivir siempre. Él está en nosotros y nosotros en Él. Él es la luz de nuestra vida, que debe permanecer encendida y el que debemos sí, cuidar siempre para que jamás se apague. Para ello, acudamos a todos los medios posibles que nos ayuden a mantener encendida la Fe:
La oración, participar en misas y sobre todo, recibir la Eucaristía, nuestro principal alimento. Feliz y bendecido Día. Del Evangelio.
Juan 14, 27-31.
Aprovecho la ocasión para expresar a todos mis sinceros deseos.
¡¡¡Muchas Felicidades por el día del Obrero!!
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