La casa material, el templo donde nos reunimos a orar, participar de encuentros y de celebraciones, de oraciones y misas, no fue construido con una finalidad diferente a lo nombrado, el templo no es una casa de negocios, de prestamos, de ofrecimiento de artículos varios, no es una tienda, ni mucho menos para buscar ventajas económicas, ni para pedir dinero en nombre de Dios. Es la casa del Señor nuestro Dios y ese respeto es el que el Señor exige de una manera fuerte.
De estas cosas hemos de ser siempre conscientes y no permitir que la intención buena tenga un sentido diferente a lo que se debe. Hasta los murmullos de la gente molestan cuando dentro del templo se entra a chismear o conversar. Dios nos anime y ayude a valorar el lugar sagrado de nuestros encuentros con Él.
Feliz y bendecido dia.
Del Evangelio. Lucas 19, 45-48.
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