En muchas ocasiones nos vemos en graves dificultades por situaciones, que enfrentamos y que nos llevan hasta la misma desesperación, por problemas que surgen en distintos ámbitos de la vida, enfermedades, trabajos, estudios, negocios, familia y otros mas.
Estos problemas, son las que avasallan nuestra existencia y nos vuelven temerosos. Ciertamente y aunque no debería ser así, son los momentos que mas nos acercan a la Iglesia y a la oración en la búsqueda de Dios. Nuestra debilidad se evidencia por la falta de fe, una fe firme, que tuvo que acrecentarse en el tiempo, gracias al diálogo permanente con Dios, a la oración y la Eucaristía, pero no fue así, a Dios lo hemos tenido como remedios de farmacia, a quien acudimos sólo en casos de enfermedad, y problemas. En este Evangelio, Cristo nos reprende y con razón, con Él las tormentas se disipan y el miedo desaparece, pero con una fe firme. Dios esté siempre en toda circunstancia de nuestra vida, no solo en las tormentas, sino también en las alegrías. Feliz y bendecido día. Del Evangelio. Mateo 8, 23-27.
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