1. Ser un mal ejemplo: los padres son los referentes y los modelos a seguir de los
niños. Resulta incongruente pedir al niño que no insulte, que sea
paciente, que respete a los demás o que comparta si los progenitores no siguen
esas mismas reglas.
2.
Sobreproteger: es
uno de los errores más comunes hoy en día. Los padres no sólo asumen las tareas
y responsabilidades de sus hijos, sino que además evitan que se frustren y
resuelven sus problemas. Proteger en exceso sólo consigue que el niño no
desarrolle las habilidades necesarias para resolver sus problemas.
3. No poner normas y límites: los
niños necesitan normas en su educación para saber cómo actuar, para
protegerse del peligro, para no convertirse en niños tiranos, apáticos o
pasivos. Crear un modelo educativo a tiempo, desde la infancia, es fundamental
en la educación de los hijos.
4. Gritar a
los niños: modelos
educativos heredados, estrés o la falta de recursos pedagógicos lleva a muchos
padres a perder los nervios y gritar a los hijos.
Cuando la situación es habitual lo único que ocurrirá es que el niño se
acostumbrará y ya no tendrá efecto, le causará baja autoestima, estará más
nervioso y además tenderá a tener actitudes agresivas.
5. Castigar
mal: se suele castigar
con gritos o de una manera desproporcionada al comportamiento del niño. Los
expertos indican que castigar 'al rincón de pensar' tampoco funciona, el niño
no piensa en su actitud en esos retiros. Sin embargo, es más positivo el castigo educativo,
es decir, en vez de utilizar la privación de algo, usar métodos para que los
niños entiendan que lo que han hecho tiene consecuencias.
6. Falta de
acuerdo entre los padres: es muy
común que los padres no tengan el mismo criterio educativo y cada uno aplique
el suyo. Sin embargo, esto lo único que hace es confundir al niño. Es
preferible hablar entre la pareja sobre cómo actuar antes de dar pautas
dispares que hagan que el niño se sienta perdido.
7.
Negatividad: los
padres tienen a utilizar el 'no' de forma demasiado habitual: 'no subas ahí',
'no saltes', 'no grites'... Por otro lado, si lo que reciben los niños son
frases negativas y críticas, tenderán ellos a ser adultos negativos e incluso con baja autoestima.
8. No
escuchar a los niños: es
muy normal que en una regañina el padre o la madre quiera hacer oír su voz por
encima de la del niño, bloqueando cualquier atisbo de defensa o comentario por
su parte. Sin embargo, es fundamental escuchar a los hijos y conocer por qué hicieron algo, qué
les impulsó a tener una determinada conducta o qué sienten, piensan y creen
sobre las cosas.
9. Fomentar
el consumismo: a
los niños muchas veces se les da de todo y a tempranas edades tienen cualquier
juguete que piden o incluso dispositivos tecnológicos. Evitar que los niños se esfuercen y luchen por conseguir las cosas y
presentárselas en bandeja sólo crea niños perezosos y con pocas ansias de
conseguir objetivos.
10. Olvidar
qué es ser niño: los
padres tienden a olvidarse que una vez fueron niños, no recuerdan lo que se
sentía la volver a casa con un examen suspenso, la sensación al romper ese
jarrón favorito de mamá o lo divertido que es saltar encima de la cama. No
podemos tratar a los niños como adultos, están en pleno proceso de aprendizaje
y necesitan experimentar y probar. Es decir, hay que entenderles.
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