martes, 11 de julio de 2017

Evangelios del dia, Libro de Génesis 32,22-32

Martes de la decimocuarta semana del tiempo ordinario

Libro de Génesis 32,22-32. 
Y aquella noche Jacob permaneció en el campamento, mientras sus regalos iban delante de él. 
Aquella noche, Jacob se levantó, tomó a sus dos mujeres, a sus dos sirvientas y a sus once hijos, y cruzó el vado de Iaboc. 

Después que los hizo cruzar el torrente, pasó también todas sus posesiones. 
Entonces se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. 
Al ver que no podía dominar a Jacob, lo golpeó en la articulación del fémur, y el fémur de Jacob se dislocó mientras luchaban. 
Luego dijo: "Déjame partir, porque ya está amaneciendo: .Pero Jacob replicó: "No te soltaré si antes no me bendices". 
El otro le preguntó: "¿Cómo te llamas?", "Jacob", respondió. 
El añadió: "En adelante no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido". 
Jacob le rogó: "Por favor, dime tu nombre". Pero él respondió: "¿Cómo te atreves a preguntar mi nombre?". Y allí mismo lo bendijo. 
Jacob llamó a aquel lugar con el nombre de Peniel, porque dijo: "He visto a Dios cara a cara, y he salido con vida". 
Mientras atravesaba Peniel, el sol comenzó a brillar, y Jacob iba rengueando del muslo. 

Salmo 17(16),1.2-3.6-7.8b.15. 
Escucha, Señor, mi justa demanda, 
atiende a mi clamor; 
presta oído a mi plegaria, 
porque en mis labios no hay falsedad.
Tú me harás justicia, 
porque tus ojos ven lo que es recto:

si examinas mi corazón 
y me visitas por las noches, 
si me pruebas al fuego, 
no encontrarás malicia en mí. 
Mi boca no se excedió
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: 

inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu gracia, 
tú que salvas de los agresores 
a los que buscan refugio a tu derecha.
Escóndeme a la sombra de tus alas.
Pero yo, por tu justicia, contemplaré tu rostro, 

y al despertar, me saciaré de tu presencia.

Evangelio según San Mateo 9,32-38. 
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. 
El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: "Jamás se vio nada igual en Israel". 
Pero los fariseos decían: "El expulsa a los demonios por obra del Príncipe de los demonios". 
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. 
Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. 
Entonces dijo a sus discípulos: "La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. 
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha."
 

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