jueves, 10 de agosto de 2017

Servir a Dios es servir al hermano dejando de lado los propios gustos (Juan 12, 24-26.)

Servir a Dios es servir al hermano dejando de lado los propios gustos, las ambiciones, para dedicarse a las cosas buenas, renunciando a sí mismo en favor de los mas pequeños. El que se ama a sí mismo, solo piensa en él, en su propia vida sin importarse de los demás. Es el clásico egoísta que vive para sí y en función de si mismo. Para ganarnos la vida con Dios debemos aprender a renunciar y morir en las cosas que nos separan de su corazón amado, morir al pecado, a la avaricia, al orgullo, la envidia, a las ansias de poder, del prestigio, la fama y a toda acción que ofenda a su obra sagrada. Somos granos que ante Dios y para Dios hemos de producir siempre. Feliz y bendecido día. Del Evangelio. Juan 12, 24-26.

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