Somos llamados de alguna manera por Dios, a llevar adelante un compromiso en la vida, en la que hemos de cumplir con absoluta responsabilidad el rol que nos corresponde. Ellas representan un estado importante, para que, desde y con su cumplimiento, dar testimonios del amor infinito que recibimos del Señor.
La unión matrimonial, la familia y también la renuncia a estas cosas, para dedicarse a Dios y su Iglesia. Estos compromisos no pueden modificarse por meros gustos, ni caprichos antojadizos del hombre, por ser consagrados ante el altar y elevados a un estado sacramental. Lo que Dios a unido que no lo separe el hombre y la familia siga siendo pilar y sostén del proyecto divino del amor en la procreación. Así también, el que por amor a Dios renuncia a sí mismo para dedicarse a su Iglesia, siga dedicándose con afán a la noble misión que Dios le encomienda, el de llevar la palabra de Dios a todos los hermanos. El Señor nos ayude a cumplir con fidelidad el compromiso al cual fuimos llamados y no caer jamas en el error de pretender modificar lo que naturalmente Dios lo a consagrado. Feliz y bendecido día. Del Evangelio. Mateo 19, 3-12.
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