La fe es y será siempre un requisito principal para que el Señor obre milagros en nuestra vida, lo demuestra en este Evangelio, al Centurión, que tenia la fe de que Jesús sanaría a su servidor sin siquiera verlo.
Sus palabras sorprendieron aun mas a Jesús, "no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarlo" y así como creyó, Jesús sanó a su servidor. En ocasiones tal vez nos veamos en esta situación de necesidad de sanación, propia o de algún familiar, indignos tal vez, por haber caído, o cometido una acción pecaminosa, pero nos atrevemos a pedir a Dios ese milagro y el Señor de eterna misericordia, sin mirar la ruindad de nuestra vida, nos da la sanación deseada. Este milagro del Señor al Centurion y a nosotros, en muchas oportunidades, son muestras de un amor grande que nos tiene y también de la fe que a Él tenemos. Que el obrar de cada milagro, nos ayude también a entender y comprender, que Dios desea distanciarnos definitivamente del pecado.
Feliz y bendecido día.
Del Evangelio. Lucas 7, 1-10.
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