viernes, 29 de septiembre de 2017

Oraciones a San Miguel Arcangel

San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra las perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tu príncipe de la milicia celestial
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.

Amén.

Para pedir la protección del Cielo:
Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales. Humildemente te rogamos, te digne librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable protección adelantemos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad.
Amén.

Oración de Sello a San Miguel Arcángel


En el nombre de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo. Amén.
Sello y protejo con el poder de la sangre de Jesucristo el Señor, mi consciente, inconsciente, subconsciente; mi razón, mi corazón, mis sentimientos, emociones, mis sentidos, mi ser físico, mi ser biológico, mi ser psicológico, mi ser material, mi ser espiritual. Todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que puedo, todo lo que sé y todo lo que amo.
Queda sellado y protegido con el poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor.
Sello mi presente, mi pasado y mi futuro.
Sello mis planes, proyectos, sueños, ilusiones, viajes y salud perfecta.
Sello y protejo todo mi ser, mi familia, mis posesiones, mi árbol genealógico. Todo queda sellado y protegido con el poder de la Sangre de Jesucristo, el Señor, para que nada ni nadie pueda provocarme ningún daño.
Me escondo en la llaga del costado herido de Jesús.
Me escondo en el corazón Inmaculado de la Santísima Virgen María.
Amén, Amén, Amén.

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