Muy cerca del reino de Dios estamos cuando cumplimos los mandamientos. El primero: Amar a Dios por sobre todas las cosas y el segundo: Amar al prójimo como a uno mismo. Amar a Dios requiere de renuncias, entrega y obediencia, abrazando con fe la causa Cristiana. El Señor nuestro Dios, es el único Señor, el primero a quien debemos tener en el corazón cual viva antorcha de la vida. Amar al prójimo es la consecuencia del primer mandamiento, porque, amando a Dios amamos también sus obras, su creación y por supuesto, al prójimo, nuestro hermano, como a uno mismo.
Señor, que tu luz nos guíe siempre por senderos de bien, de paz, armonía y esperanza.
Feliz y bendecido día.
Del Evangelio. Marcos 12, 28-34.
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