La mujer sanada de su enfermedad por Jesús, se enderezó y glorificó a Dios. Un signo de reconocimiento y gratitud por el milagro de su sanación. Así también nosotros, hemos de ser siempre agradecidos cuando somos sanados, gracias a la voluntad de Dios, que, escuchando nuestra oración de súplica, nos da la sanación que pedimos, aunque la mujer sin pedirlo fue sanada. Ante la llamada y sanación, no sólo glorificar y agradecer es lo que debemos, sino también, mirarnos interiormente y preguntar a Dios.
¿Señor que me pides con esto, que quieres que yo haga?, Como respuesta, tal vez Dios toque nuestro corazón, para fortalecer nuestra fe y la decisión de seguirlo.
Feliz y bendecido día.
Del Evangelio. Lucas 13, 10-17.
No hay comentarios:
Publicar un comentario